viernes, 27 de mayo de 2011

Burla burlando ya van seis delante

Más allá de los cincuenta años empezamos a morirnos poco a poco en otras muertes. Los grandes magos, los chamanes de la juventud parten sucesivamente. A veces ya no pensamos tanto en ellos, se habían quedado atrás en la historia; other voices, other rooms nos reclamaban. De alguna manera estaban siempre allí, pero como los cuadros que ya no se miran como al principio, los poemas que sólo perfuman vagamente la memoria.

Entonces -cada cual tendrá sus sombras queridas, sus grandes intercesores- llega el día en que el primero de ellos invade horriblemente los diarios y la radio. Tal vez tardaremos en darnos cuenta de que también nuestra muerte ha empezado ese día; yo sí lo supe la noche en que en mitad de una cena alguien aludió indiferente a una noticia de la televisión, en Milly-la-Forêt acababa de morir Jean Cocteau, un pedazo de mí también caía muerto sobre los manteles, entre las frases convencionales.

Los otros han ido siguiendo, siempre del mismo modo, la radio o los diarios, Louis Armstrong, Pablo Picasso, Stravinski, Duke Ellington, y anoche, mientras yo tosía en un hospital de La Habana, anoche en una voz de amigo que me traía hasta la cama el rumor del mundo de afuera, Charles Chaplin. Saldré de este hospital. Saldré curado, eso es seguro, pero por sexta vez un poco menos vivo.

J. Cortázar
de Un tal Lucas

sábado, 7 de mayo de 2011

Otro pedacito del mundo

Así como hoy. Llegar a un gran recinto: De la ciudad, Para los ciudadanos.

Acceso libre a un mundo entero de información: libros. Y ya no sólo eso, computadoras para más de 30 personas e internet gratis para todos. Y sillones! cómodos y tranquilos, luz natural, ese silencio de oficina (no burócrata), papeles, tecleos, gente trabajando. Gente de todos lados, edades, propósitos.

Me senté para leer después de un largo día pero trabajé y disfruté como hace mucho no podía.

Organizan exposiciones, recitales, proyecciones durante todo el mes... y mientras caminaba por el amplio pasillo que lleva a la entrada a este paraiso me hizo falta tu mano. Para sostenerla suavemente, en silencio, y poder compartir contigo este descubrimiento.

Adueñarnos de otro pedacito del mundo.

viernes, 6 de mayo de 2011

Sin hablar

De las cosas que se cuentan sin hablar.

De esas que son tan fáciles de transmitir con la punta de los dedos; porque en esos momentos no caminamos cadera con cadera, los brazos rodeando la cintura. De esas cosas que sólo son descubrir y llenarse de sensaciones nuevas; porque son normalmente nuevas para los dos.

Como llegar a un refugio con las estrellas alumbrando y al fondo la silueta de una ciudad contra el cielo azul rey de una noche despejada. Y de pronto el silencio que creamos, como una burbuja que nos une, que se va extendiendo a medida que los dos absorbemos la atmósfera del nuevo lugar.

Y es cierto, en ese instante nuestras manos se separan, somos una expedición que se divide por dos caminos para luego reencontrarse. Pero aún ahora no me atrevo a romper el silencio que dura varios minutos...

Cuando la esfera de asombro se ha desvanecido casi por completo nos damos cuenta que estamos sentados uno junto al otro, y seguro que las manos hablarán antes que nosotros.