martes, 30 de septiembre de 2008

Una navaja

Dicen que no es posible que exista algo sin nombre. En cuanto se piensa en él, al menos tiene un nombre temporal: algo-sin-nombre.


También existen realidades en donde se materializa cualquier pensamiento nuestro, digamos ciudades bajo el mar y al punto cobra vida una gran civilización cuya manera más natural de vivir es en el fondo del océano, tal vez sea que acostumbran jugar con medusas y calamares, incluso podría uno imaginar que temen a la superficie del mar. Ellos al menos existieron alguna vez en la historia o son leyenda o libro o sueño.


Basta un pensamiento para que en alguna realidad alterna exista lo inimaginable, lo más absurdo tendrá ahí una razón de ser.


Tan absurdo como una navaja enterrada en una maceta. Esta navaja permanecería anónima, en la no-existencia si no fuera que alguien la descubra entre la tierra. ¿Quién tendría razón de remover la tierra de una maceta? ¿Cómo sería el encuentro? Porque definitivamente la navaja ha de estar totalmente enterrada.


Y si esta navaja decidiera materializarse no entre la tierra de una maceta de un edificio abandonado, sino en medio de un hermoso jardín donde los perros gustan de hacer excavaciones en busca de cualquier cosa, donde una niña pequeña juega a hacer pasteles de tierra-chocolate para sus padres. ¿Quién encontraría esta navaja?


El encuentro podría ser desafortunado.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Andabamos sin buscarnos...

De Rayuela, un fragmento(Capítulo 6):

"La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta hora. Les gustaba desafiar el peligro de no encontrarse, de pasar el día solos, enfurruñados en un café o en un banco de plaza, leyendo-un-libro-más. La teoría del libro más era de Oliveira, y la Maga la había aceptado por pura ósmosis. En realidad para ella casi todos los libros eran libro-menos, hubiese querido llenarse de una inmensa sed y durante un tiempo infinito (calculable entre tres y cinco años) leer la opera omnia de Goethe, Homero, Dylan Thomas..."

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"...Andabamos sin buscarnos pero sabiendo que andabamos para encontrarnos...", apenas he dado vuelta a la primera página y ya puedo saber que este libro es el que esperaba leer.

Leer es como caminar al lado de Oliveira, silenciosa, apenas escuchando sus pensamientos. Es enamorarse de ella, de ambos... de su muy particular forma de vivir el mundo y saborear el momento. Es leer con avidez su siguiente descubrimiento, la próxima anécdota, tan de cualquier persona, tan de ellos solamente. Es leer con miedo a dar vuelta a la página y darte cuenta que tu pareja perfecta puede que no lo sea tanto, que pueden no tener un final feliz...

Esta noche he de leer... (mariposas en la panza.)

martes, 9 de septiembre de 2008

Adán y Eva II

¿Has visto cómo crecen las plantas? Al lugar en que cae la semilla acude el agua: es el agua la que germina, sube al sol. Por el tronco, por las ramas, el agua asciende al aire, como cuando te quedas viendo el cielo de¡ medio- día y tus ¿Ojos empiezan a evaporarse.
Las plantas crecen de un día a otro. Es la tierra la que crece; se hace blanda, verde, flexible. El terrón enmohecido, la costra de los vicios árboles, se desprende, regresa. ¿Lo has visto?
Las plantas caminan en el tiempo, no de un lugar a otro: de una hora a otra hora. Esto puedes sentirlo cuando te extiendes sobre la tierra, boca arriba, y tu pelo penetra como un manojo de raíces, y toda tú eres un tronco caído. -Yo quiero sembrar una semilla en el río, a ver si crece un árbol flotante para treparme a jugar. En su follaje se enredarían los peces, y sería un árbol de agua que iría a todas partes sin caerse nunca.

Sabines

martes, 2 de septiembre de 2008

Crecí oyendo recitar a Sabines

Una y otra vez la procesión del entierro, yo no lo sé de cierto, las aventuras de julito, la luna, me encanta dios, el peatón. Una y otra vez hasta que las palabras van cayendo cada vez mejor, y comienza uno a comprender "no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos... " o la sabiduría dentro del "sí tíralo, está muerto" o sentir por primera vez aquello de "quisiera hablar de ti a todas horas en un congreso de sordos" y descubrir el verdadero amor de quien regala la luna, para que la tiren.

Con él aprendí que la poesía no son rimas, sino un dulce susurro de sentimientos... un compartir lo que uno ha vivido en el mundo.

...la luna está en el cielo y sólo es luna... inagotable, milagrosa, como tú.


Qué más podrías decir a una mujer amada?